viernes, junio 29

Ternurita

...dedicado a la Magaza!


® Patricia Metola 2006 tipika


   Ayer, antes de dormir, susurré tu nombre.

   De pronto, apareciste ahí en le ventanita emergente que el Mensagero despliega cada vez que alguien se conecta. Abrí la ventana de conversación, esperando impaciente cual niño a que me saludaras, pues como es cortesía el recién llegado acostumbra saludar a los que ya estaban antes, los modales se han importado también a esta red. Pero nada, mejor minimicé tu ventana. Traté de distraerme en otros asuntos, redactar un posto, charlar con una bloguera, bajar imágenes, poner atención a la música, corregir la plantilla del blog. De vez en vez, me descubrí restaurando tu ventana, leyendo tu enigmático nick una y otra vez como invocando tu atención, mi corazón latía excitado, mis manos sudaban granizo. ¡Qué estoy haciendo! Regresaba a mis labores distractoras. Ya entrada un poco la madrugada, me pareció mejor saludar, no fueses a pensar que no quería hablarte, más no hubo saludo de vuelta. Quizá esté dormida, o cenando, o por allí lejos del teclado, no interesa. Mi corazón se detuvo; lo detuve a la fuerza. ¡Hola, hola! me saludaste por fin. Te leí muy emocionada por encontrarme, pero con el corazón apretujado entre los dientes fingí somera tranquilidad. La charla fue ligeramente intrascendente, me enteré que estabas bien, y además te había ido bien, esto era lo importante. Luego largos silencios, problemas de conexión ¿de qué hablar? Ire a dormir, sentenciaste. Mi corazón despotricó, no latía, zumbaba, el aliento se me iba, las manos heladas. ¿Por qué? Obvio hasta para el más miope de los cíclopes. Anhelaba me comentaras algo sobre vernos próximamente, más ahora que te sobra tiempo, y me falta vida. Saludas a todos, te cuidas, te... bla bla bla... tú también te cuidas muchísimo, duerme bien. Te fuiste, pero la emoción latente bajo mi pecho sólo se incrementó, me arrebató un tornado de júbilo y desasosiego. ¡Sorprendente! Es lindo saber que aun puedes causarme toda esta inigualable conmoción con el simple color de tus palabras u omisiones.

   Espero aún leas mi blog.

lunes, junio 25

Despotricando


Jamás habría despertado de haber sabido que era lunes


   Las sábanas me lo decían, huele mal allá afuera, pero como he perdido el olfato a causa de tanto tabaco, ni les presté atención, ¿qué saben las quisquillosas sábanas sobre el provenir? [Todo, después lo supe, supongo que a causa de su esencia 50% poliester mágico]

   Primero esta jodida máquina (sí, en la que escribo a duras penas ahorita) no quería quemar los discos, en fin, luego de discutir por largas horas, y rogarle, y prometerle llevarla a la próxima Expo de Mac (está platonicamente enamorada de las que tienen una mazanita, le resulta pecaminosamente atrayente tal símbolo); por fin, quiso quemar un importantísimo disco. Salí corriendo a buscar una fotocopiadora de esas bara bara, por que me urgían unas copias, pero ¡joder! todos decían: pus mire, se las tengo para mañana, es que hoy ya es tarde; y vieran que entretenidos estaban jugando poker los fotocopistas aquellos. Ni pedo, acabé por resignarme, ¿a qué hora abren mañana?, a las 9 joven, paso a las nueve entonces, ¡no, joven! las copias estarán hasta después de las 11. A las once paso pues... ¡no hay fallo, joven!

   Luego me metí en un horrendo Café interné de mierda, que de principio no lo parecía, hasta se veía decente y toda la onda, pero ¡nel!, el Cd no servía (cuando precisamente había quemado un Cd para ir al Café) y el MSN estaba de la verga, y pese a la veloz conexión, el explorador (como siempre ha sido el de Güindous) era una basca. Para colmo, tuve que imprimir allí mi horarios, allí en su horrenda impresora, porque la de mi casa ya me avisó que ha muerto (¡neta! desplegó una alerta diciendo que la vida útil de sus piezas había expirado). Todo esto para salir y darme cuenta que no tenía tabacos, ¡pánico, desesperación! ¡soy un adicto! ¡y qué! ¡necesito tabacos! Sugiero, que en lugar de comentar, queridos postlectores, o bien cooperen para la innoble causa de mi vicio, o bien cooperen para una rehabilitación a punta de electroshoques.

   Para acabarla de chingar, y no aburrirles más, a modo de resumen: por la mañana secuestraron la cocina y no me dejaron desayunar sino hasta las dos de la tarde; mi gata escupió su semestral bola de pelos frente a mi cuarto; rompí el Discman de mi hermana (para los jovenes, un Discman es esa cosa con forma de platillo voldor que reproduce Cd's y que usábamos antes del iPod, o las memorias USB, o los Mp4 ¡eMepecuaaaaaaaaatro! que tanto anuncian por las noches en la Tv) planeo repararlo con Kola-Loca y decir luego, ¡Pega de locura!; mi monitor lleva tres meses en reparación, pero el reparador jura y perjura que ya pasado mañana lo trae; tengo aun que hacer un trabajo para la escuela y no tengo ni puta idea de dónde comenzar, además debo inscribirme esta semana y tampoco tengo ni puta idea al respecto; mis postlectores no han comentado; y la enorme bolsa de Totis (famosas frituras DeFeñas con forma de anillo del Nibelungo, o si se prefiere, de anillo del Sr) ha quedado vacía, ¡y ahora qué comeré mientras veo Infomerciales!

   ¡Por qué a mí Sr! ¡Por qué no mejor a ... Grace! Tu sabes Sr, que Grace nos canceló la peda de hace una semana, ¡eh!, no lo olvides Sr, descarga tu repotente ira contra su estrellado blog. Andale Sr, ¿sí? Ya vez también que Gracie prefiere dormir que bañarse, escucha conversaciones ajenas, se dedica a pensar como hacerle daño a la gente que le caga, hurga morbósamente en el Hi5 y en los blogs de sus conocidos, le encanta la música que da pena ajena, es hipócrita y se mofa de la doña de su escuela, mientras que se niega a burlarse de actuarios e ingenieros, es más, profiere guarrreces como ingeniero, pero eso sí, en la fachada parece una fiel católica que además impíamente fantasea con los profes de su facultad, se ve que agarra con mucha firmeza ese gis, se dice a sí misma durante las clases, y en contra parte, y nomás pa' constatar Sr que Gracie si debiería provocar tu ira: ¡envidia a todas las perras guapas del mundo! (Esto último hasta creo es pecado mortal, ¿no, Sr?)

   En fin, fue un mal lunes, como tantos otros en los que solo me quejo como si al mundo le importase, con que le importe a alguien me doy por bien servido, y mientras espero su amable comentario querido postlector, voy a leer un rato a Betopo y Gabriel, quienes no necesitan link, y quienes siempre me animan en estos casos, ya sea por graciosos o patéticos.

   Cuídense, pero neta cuídense, no le vaya a pasar como a mí...¡chales!

sábado, junio 23

Diez para las seis de la mañana

   ¿Hace cuánto que no nos vemos? ¿un mes? - Como abril tiene treinta días, ya ha pasado exactamente un mes y nueve días, lo sé bien pues he contado cada día que no te he visto, más que contarlo, lo he padecido, pendulando arbitrariamente de un extremo al otro en la escala anímica de la insanidad. - Vaya, cuánto tiempo, dime qué has hecho. - Nada, digo, hacer lo que se dice hacer, pues nada. - Te ha ido bien, supongo. - Digamos que no he sucumbido a la idea del suicidio, ya menos a la de volverme misionero en Centroamérica, lo cual solo me ha dejado varado en la tremenda pereza de este mundo suburbano. - Que cosas dices; y qué dice la familia. - Muchas cosas, imagino, ya casi no les hablo, al regresar por las noches me encierro en mi habitación, no sólo con pan, vino y tabaco las penas son menos, sino que también la inconsciencia del sueño (pues carezco de ensoñaciones) mitiga este duelo, así que duermo, y duermo, y duermo, creo que desde hace mucho no despierto, ando por la calle a tontas y a locas, tropiezo a cada rato con tu recuerdo. - Por fortuna no has resultado herido de gravedad. - Los recuerdos no matan, nomas enferman; hace un mes aproximadamente, todas las memorias rotas se concentraron en mis amígdalas, las inflamaron de tal modo que me resultaba prácticamente imposible tragar cualquier trozo del presente, pero éste de naturaleza tozuda acabó por enclavarse entre ellas y hacer una mínima brecha que aseguró mi sobrevivencia. - ¿No se dice supreviviencia? - Eso mismo dije; pero la sobreviviencia no basta, terminé por acudir con un medico brujo, quien me dijo que sólo había dos remedios para mi mal, el primero se halla en el néctar de tus labios, el segundo consiste en extirpación cabal de la terca nostalgia que padezco. - Oye, ¿aquí bajamos? - No, aquí bajas tú... yo voy hasta el fondo.

   Comienza a amanecer en esta cama de hospital.

lunes, junio 18

Un tacón roto


   Lo recuerdo medianamente, antes de olvidarlo por completo lo escribo. Quizá no lo recuerdes, la primera vez que te conocí fue un día en que se rompió tu tacón (obvio, ya lo decía el título), pasaste de puntillas frente a mi banca, te veías espectacular (como es tu costumbre), y como era mi costumbre pensé: ¡pero qué mujer tan buena está! (mi ortografía ya eran pésima desde entonces). Te sentaste junto a un chico (que posteriormente sería mi amigo), y le contaste tu odisea. Según escuché (y es que el chisme siempre se antoja) venías a la escuela con unas zapatillas de tacón alto, y justo al tratar de atravesar la última calle que te separaba del gris edificio que metes la pata en una coladera y (¡madres!) que se rompe tu tacón; ¿cómo andar por la vida rengueando a causa de la falta de un tacón? ¡Nada! Te regresaste hasta tu casa (y eso que no vivías cerca), nomás pa' cambiarte los zapatos. Y claro, regresaste a la escuela ya muy tarde, y entraste también tarde a la clase, por eso pasaste de puntillas frente a mí.

   Al día siguiente, ya sin incidentes de por medio, llegaste un poquito tarde, y ocupaste el lugar a mi derecha, a mi izquierda estaba una chica (la cual más tarde nos caería mal) a la cual le hablabas bien, y pues para no incomodarme en su conversación, pues decidieron unirme a ella (a la conversación). Ese día nos tocó clase de matemáticas, tú y yo nos divertimos mucho comparando resultados, como intentando demostrar quien era más pudiente en las mates (ahora que tú sabes más que yo, ya no hay duda sobre quien es más pudiente).

   Al tercer día (fin de este extraño proceso de conocernos), nos topamos en el anden del Metro después de clases, cosa rara pues yo no tenía por qué tomar el Metro para llegar a casa, tú en cambio sí, como fuese, viajamos juntos y en tanto me hiciste la plática, hasta entonces no habíamos platicado mucho, lo admito; además suelo ser muy reservado (hasta la fecha) y me cuesta muchísimo socializar sin el influjo del alcohol, por eso agradezco que hayas sido tú quien iniciara la charla; aunque bien no recuerdo de que hablamos, todo fue muy agradable, hasta que me preguntaste a dónde iba. (¿Adónde ibas aquella vez, tu vives en el sur, para qué ibas al norte?, años después te diste cuenta de esta contrariedad) Este... pues... luego de vacilar brevemente, dije, ¡a Indios Verdes, pues qué no va para allá este Metro! (¡Vaya salida más pendeja!) Notaste mi tontera y te quedaste como diciendo, ¡vaya salida más pendeja, pues allá éste! De pronto me dijiste, pues aquí me bajo, mientras te aproximabas sospechosamente hacia mí, ¡qué me va a hacer! me pregunté, caí en pánico, ¡ah!, recuerdo que incluso di un pasito hacia atrás, estiré mi cuello y la joroba como tratando de acrecentar el vital espacio entre los dos, pero nada, que todo fue alucinación mía, tu solo ibas a despedirte con el acostumbrado (¿acostumbrado?) beso de mejilla, sin embargo para mí no era costumbre tal costumbre*, más bien me tomó por sorpresa, pero después del pánico me inundó un gusto inigualable, alguien** en la vida me había dado un besito, aunque fuese de despedida ( ¡¡¡güi!!! ).

   Bajaste del vagón, de seguro preguntándote, ¿y a éste que le pasa? ¡no sabe ni a dónde va! - Y, ¿a dónde ibas? - No, eso sí no lo responderé.

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*¿Alguien contó cuantas veces escribí esta palabra hoy?
**Fuera de mi familia, claro está, no vayan tampoco a pensar que era un niño sin amor.

jueves, junio 14

Launch


   Su madre lo vio atravesar por la puerta, traía el rostro mal acomodado y de mala gana se quitó la pesada mochila para luego aventarla sobre el sillón. Cruzó aprisa la sala, ni siquiera saludó a su madre que descansaba sobre la mecedora, por un rato solo se escuchó su furibundo refunfuño desde la cocina, sus iracundos zapateos, y el abrir y cerrar de algunas puertas de la alacena. Por fin salió, algo más calmado y con una enorme lata entre manos, se sentó a la mesa.

   -¿Qué te pasa mi niño?

   -¡Nada, madre, nada! ¡Que son la misma mierda todos los lugares donde vivimos!

   -¿Qué te ha pasado ahora? No me digas que el smog inhibe tu sano crecimiento.

   -¡Puras mierdas, madre! Como dicen los de acá, uno nunca se salva, o te chingan o te joden, no hay más. ¡Puta cultura ésta donde vinimos a refugiarnos! Más valdría regresar a nuestro hogar, morir de frente y no vivir aquí cual cobardes.

   -No mi niño, no diga tonteras, pese a todo, esta podredumbre es más segura que cualquier otro rincón del universo, a ver, ¿quién se va atrever a asomar la cabezota en este nido de ratas superdesarrolladas?

   -¡Pues nadie madre, nadie más que otras ratas de la misma calaña! Te digo que éste no es lugar para nosotros, deberíamos irnos cuanto antes. ¡Larguémonos, pero ya madre, ahora mismo! Que no pienso ni quiero seguir soportando tantas idioteces, pan de cada día en este planeta.

   -Pero hijo- aprovechó para decir mientras su hijo engullía unos cuantos poteingos de largos bigotes -tú sabes bien que fuera de aquí nada más nos espera la muerte, seguramente en cualquier otro lugar nos hallarán, esos malnacidos, insatisfechos con matar a tu padre, también buscan acabar con toda su estirpe. Al menos aquí podemos vivir tranquilamente.

   -¡Sí, claro, vivir! Es cierto, lo había olvidado, aquí nunca nadie te mata de una vez por todas, se conforman nomás con jorobarte a diario y por el resto de tu vida. ¡Que bondadosa es esta gente, que maravillosa es la vida entre ellos!

   -¡Ya basta de sarcasmos! Mejor dime qué pasó.

   -Un persona fue muy descortés cuando venía en el pesero- andaba distraído rascando el fondo de la lata.

   -Pero eso pasa siempre, es una nimiedad. Ya pensaba yo que alguien te había descubierto en el baño y se había mofado de ti.

   -No, nada de eso, pero tampoco es una nimiedad. Quien me ofendió fue el vecino, sí, ese pinche vecinito que tiene cara de pendejo y, por tanto, de buena gente, el muy maldito... ¡nah! Para qué entrar en detalles. ¡Ya no queda nadie amable en esta roca! ¡Todos son unas mierdas! ¡Nos vamos madre, decidido, nos vamos!



   Aquella noche, a media madrugada, un gran estruendo despertó al barrio entero, la casa de los Urbina estalló, todo quedó carbonizado, los bomberos nunca pudieron hallar entre tanta ceniza los cuerpos de los únicos dos habitantes, la Sra Urbina y Carlos su hijo. Sin embargo, quienes no dormían durante aquel incidente reportaron cosas muy extrañas sobre el acontecimiento, dijeron haber visto una luz blanca y muy brillante que en unos segundos iluminó todo cual si fuera de día, luego vino el estruendo que despertó a los dormilones, y por último observaron como esa luz se elevaba a una velocidad increíble hasta llegar a confundirse entre las estrellas. Por supuesto, ningún policía creyó esto último, acusaron al vecinito pendejo de terrorismo u homicidio, no se sabe bien, mas no acabó mal la cosa, pues se libró del cargo tras pagar algunos pesos.

lunes, junio 11

My lover's gone...




...his comments no longer by my blog
He left at dawn
And as I slept I felt him go
Returns... ¡Returns!

 
Creo que sí, mis postlectores universitarios andan muy ocupados tratando de salvar el semestre, ya ven que mis postlectores nunca dejan todo para el último minuto;supongo carcen del tiempoi y espacio necesarios para comentar abundantemente aquí en el blog más amado -al menos, el más amado por mí.

Espero un día de estos se hallen menos atareados y atasquen el lugar con sus agradables comentarios.

Entre tanto cuídense y ¡suerte!




PD. El Vg, quien ahora es un padre todo amoroso y trabajador, digno sostén y ejemplo preclaro de la paternidad moderna, (¡vaya epíteto!) andará de vacaciones la próxima semana, son de esperar las siguientes dos cosas: 1) que publique más en su blo', y, aun más importante, 2) que llevemos a Vg hasta la cantina o bar más cercano y con él nos pongamos hasta el querreque, hasta la chanclas, bien pero bien jarras, (como gusten llamarle), pedos ¡pedísimos!
Hay que organizar una bacanal para las vacaciones del compa' Vg.
Que'sto, que'lo'tro, ¡Salú!

jueves, junio 7

Soy una mala mala persona (pero sin quererlo)


   Mira Juan Carlos, te aseguro que no lo hice para ofenderte, lo hice por pendejo, es la puritita verdá; si te ofendí, discúlpame en verdad, no quería ofenderte, es nomás que soy un imbécil en esto de trato interpersonal. No es que tu charla me resultara aburrida, ya menos incomoda, es solamente que no supe que hacer cuando aquel fulano intentó sentarse entre nosotros, me arrinconé, parecía lo más sencillo (ya ves que eso de que te pasen unas nalgas frente al rostro, casi rozándote las narinas, no es de lo más grato que pueda haber en este mundo), claro que cuando me di cuenta de la soberana estupidez que hice ya era tarde para cambiar de lugar y continuar nuestra plática. Lamento haber sido tan descortés, sobre todo contigo que siempre eres todo cortesía y amabilidad. Noté tu gran enfado cuando ni siquiera te despediste al bajar del pesero, lo comprendí, te había herido, ¡cuanto lo siento en verdad! Mi torpeza, en general, no hace daño, pero esta vez ¡oh vaya, qué si lo ha hecho! Sólo espero me disculpes tal agravio.

* * *


   Y a todos ustedes, mis amigos y postlectores, me queda la duda, ¿acaso mi torpeza también les ha ofendido, les ha lastimado, les habré herido sin saberlo y, sobre todo, sin quererlo? Si así fuese, tienen todo el derecho a reclamármelo (de no haberlo hecho antes), y más aun tienen derecho a una compensación por el daño que le hayas provocado. Aquí espero pues, sumergido en una extraña culpa por los maltratos que hice sin saber cuándo; háganme llegar ya mismo sus quejas y reclamos, para así procurar, en la brevedad posible, resarcir o reparar el daño.

   Gracias por seguir leyendo, y por frecuentar la amistad con esta mala mala persona (que no quiere serlo, al menos no con ustedes), gracias.


Cuídense...

[Para agilizar el trámite, sugiero adjunten también la compensación que esperan.]

lunes, junio 4

Días, Días, Días...


   Tras deliberar brevemente los pormenores, Mr Cancrillo y su servidor, decidimos dar paso a nuestro plan: ¡A la mierda los Días Mundiales!

   ¡Vamos a joderlos!- espetaba Hojarasca (acá, Mr cancrillo) -¡A partirles toda su Madre!

   ¡A huevo!- le seguía yo - ¡Primero contra el Día de la Madre, de paso contra el de la (madre) Tierra!

   Nos dispusimos pues a patear traseros políticamente-correctos.

   Aporreamos niños (claro, no sin el respectivo consentimiento de sus madres, quienes tomaron nuestra petición más bien como un descanso para sus tradicionales tundas). Eso de golpear al Niño (fenómeno climático) nos resultó meteorológicamente incomprensible.

   Luego arremetimos contra las mujeres con una serie de piropos sucios y agravios de genero, aquí Hojarasca me hizo reventar a carcajadas con una célebre frase: ¡Ah, que mujeres estas, de nalgas tan redondas e ideas tan planas!

   Desgraciadamente recordamos que aun no existe el Día Mundial del Hombre, no hubo más remedió que dejar nuestra misandria para otro día. ¡Pinches hombres pendejos!

   Confundidos, atacamos a los Padres de la Iglesia, ¡cuuulero! ¡cuuulero! le gritamos a San Agustín, a Norberto Rivera, a Tertuliano, a Sith Benedictus III y a cuanto padrecillo de tercera se nos cruzó en el camino.

   ¡Vamos contra los trabajadores!- me reclamó Hojarasca. ¿Con los del CENTE?- pregunté -¡Nel, esos ni sudan, ni trabajan!

   Hojarasca hasta les compuso una tonadita - ¡uuuy si, uy si, proletario! ¡uuuy si, uy si, jodidamente enajenado! ¡uuuy si, uy si, yo soy el pueblo! ¡uuuy si, uy si, revolución social! ¡Huevos! ¡otra vez! ¡Huuuevos!

   Después de sobrevivir a la persecución de unos acereros, que si bien no comprendían del todo el estribillo de Hojarasca, reconocieron que se trataba de una ofensa (seguramente por lo de huevos), la cual quisieron lavar con nuestra sangre; nos dirigimos a La Comunidad (Gay, por supuesto, ¿qué, hay otra?). Entusiasmado con nuestro desempeño hasta esos momentos, llegué vociferando ¡Puuutos! ¡Puuutos! - a lo que uno de ellos muy amablemente me respondió - ¡Ay, pues sí! ¿qué esperaba? - Mejor nos retiramos, concluyó Hojarasca, y no les des la espalda, no les des la espalda.

   Algo cansados, pero aun llenos de ánimo chingativo y jodedor, nos encaminamos para afrentar a los danzantes (¿o dancistas, o bailarines?), pero al verles tan delicados, tan frágiles, bailando suavemente sobre el escenario, el corazoncito se nos acongojó y no hicimos más que pintarle bigotes a todas las bell@s bailarinas de los carteles. (¡Chá, que putines nos vimos!)

   ¡Ora sí!- Me dijo mi compañero -¡Vamos a sodomizar a todos los putines escritores! - ¡No, que pasó! ¡Esos putines ni tienen Día! - ¡A huevo que sí, mira, mira aquí en el calendario dice Día Mundial de los Escritores! - ¡Nah, eso ha de ser un error tipográfico! Debería decir Día Mundial de los Editores. ¡Eso, eso debería decir!

   Yo, evadiendo la inminente realidad del calendario (porque el calendario lo sabe tooodo), me senté en una banca haciendo como que leía el periódico para esconder mi sonrojado rostro. Hojarasca se asomó sobre mi lectura preguntándome - ¿Miedito? ¿No que muy salsa pa' joder los Día Mundiales? ¡Ora, se aguanta, putín!

   ¡Pues me aguanto, pero tú también! Que mira que el periódico dice que precisamente hoy es el Día Mundial de No Fumar, y para contrariarlo hay que... ¡Fumar! Y tú, mi querido compañero de aventuras... eres un cancrillo con cabeza de filtro, que bien podría yo encender nomás pa' chingar el Día de hoy. ¿No te parece?

   Meditándolo bien, todo esto no es tan buena idea, -reflexionó Hojarasca- más valdría joder todos esos Días con la pura indeferencia, que al fin ni nos importan tanto, ¿no te parece mejor?

   Dijo pura verdad Mr Cancrillo, así que arrojamos el calendario junto con el periódico al cesto de basura más cercano, y pasamos el resto de la tarde haraganeando de lo lindo sobre la banca gris de aquel parque.