martes, enero 1

Nuevo Domicilio:

itane?

lunes, diciembre 31

La pura finura


El último post, para Greis...



¡Cómo ven que Gracie ya se codea con los BlogStars!




   Ya un año aquí, aun año nada mal, nada bien. Hay postos que (según yo) me salieron bonitos, y otros en los que me esforcé y son una reverenda mierda (sin ánimos de ofender a ningún reverendo). Un largo año por cierto, y no es porque durara más que los otros (¡aguas con este que empieza, que sí es más largo!), sino que pasaron muchas cosas, bueno, más de las habituales, bueno, como son recientes las recuerdo más que las de años anteriores, pero como fuese, esta año marchó como pudo, y no me quejo, aunque me encanta quejarme (sí, a Hallnuevemil también, por eso escribo mal su nombre a ver si se queja). Se hizo lo que se pudo, se hizo con gusto y cuando se pudo a disgusto. Seguimos aquí pese al licor, al cáncer y a las abuelas que buscan envenenarnos para heredar a un mejor postor.

   Dudo mucho que los errores de este años nos enseñaran algo (y si lo enseñaron, no lo aprendimos), ni tardos ni perezosos volveremos a caer en los mismos errores con mucho (dis)gusto, aunque ya no serán tan sabrosones como aquella primera vez, que ni fue tan buena, pero que nada (¡jamás!) le quita ser La Primera, y eso bien lo sabe dios (y el diablo, y lilith, y blablabla) es lo único importante. ¿Cuántas primeras y chocarreras veces nos aguardan allá adelante? Pos quién sabe, pero yo creo que pocas si continuo fumando tabaco y no mota.

   Como sea, lo seguro (hasta dónde me es posible asegurarlo) es que en este blog ya no brotará ni un posto más (bueno quizá un día de estos me da por huir al viejo hogar y regrese aquí, pero no lo sé por ahora, además siempre me han gustado las segundas partes, por malas que sean). Así que dejamos a mi adorado Kaposi, aquí abandonadito a su suerte (le diré que voy por unos cigarros y no volveré más).

   Pero antes, debo agradecerles a todos ustedes mis apreciables postlectores, ¿por qué? Por todo. ¡Mil Gracias! Y es que sin ustedes (sí, ahora se aguantan la cursilería) pues sin ustedes este blog no hubiera sobrevivido. Es neta, cada comentario suyo, fue el alimento de este lugar, sin ellos sin duda alguna no hubiera continuado Kaposi.

   ¿Por que nos vamos? (¿Qué quién me preguntó? ¿No es legítimo autocuestionarse? ¡Vaya!) Por un par de razones, de las cuales expondré las que me vengan en gana: No puedo mantener dos blogs, lo intenté, pero nomás no, como dice la canción no se puede besar dos bocas (no soy tan hábil como sirako, quién además de blogger resultó ser San Taclos). Así que también abandono a mi primer blog: MicrOdoxA. Y es que la verdá, ya me tenían harto con sus lloriqueos, con sus nostalgias de unicel, con sus demandas de adolescentes. ¡Basta! Necesito un nuevo hogar, dónde me sienta más cómodo, más comodín. Pronto sabrán de mi nuevo domicilio.

   Hasta entonces, me despido. E insisto, Mil Gracias queridos postlectores y amigos.

   Cuídense...


Fotos viejísimas, chiste malísimo. Jeje.


...pues fue Greis la primera en comentar aquí.


viernes, diciembre 28

Y así como llegamos, nos vamos.



   Apenas terminó de engullir su parte, limpiándose las barbas me dijo: Estar callados es de villanos. Anda, cuenta algo. Lo poco de cuentista que tuve no fue más que un sueño, y uno prestado. Infestar mi boca con una grasosa rebanada de pizza me parece lo más benéfico que puedo hacer por el mundo. ¿Hablar, de qué?

   -¡De lo que sea!- me insistió -¡Hoy es navidad! Dime, ¿qué quieres hacer luego de cenar?

   Mi mandíbula se detuvo al instante.

   -Esta bien, solo era un pretexto para pedirte un poco más de esta... ¿cómo le llaman a esta cosa ustedes? Para nosotros es basura, ¡exquisita basura!

   Le dí el resto de mi rebanada, me limpié los bigotes, lo vi con repudio, y dije.

   -Ahora me escuchas, te vas hasta que termine, no me importa que amanezca.- él ni se inmutó, siguió royendo el queso -En estas fiestas siempre me dan ganas fumar y escribir hasta amanecer, ya cuando las cenas se han terminado, ya cuando los parientes borrachos han quedado tendidos en el sillón, cuando la cabezas de los mocosos chillones se llenan de pesadillas. Pero no, jamás escribo. Ni leo, ni hago nada. Me quedo en la pendeja escuchando música.

   Por largos minutos el rechinar del queso contra sus mandíbulas impregnó el ambiente. Al terminar con al rebanada, se limpió de nuevo las barbas, y espetó.

   -¿Eso es todo, o acaso ya amaneció?

   -De esta noche no salimos.

   -No me hagas reír, podría reventar mi barriga. Decía una vieja que ella vio a su novio reventar cual palomita de maíz, ¡lo imaginas!, de ahí que decidiera llamar a sus críos frijolitos, a esos nadie los revienta, nomás los machacan, y de hecho así terminaron sus días aquellos. ¡Te digo que no me hagas reír!

   -Ya no sé que más decir -un hondo suspiro recorrió mis entrañas.

   Se limpió cuídadosamente las patas, y trepó con parsimonia por mi brazo, balanceando su rechoncho abdomen, se acomodó sobre mi hombro, encendió un minúsculo porro, e invadió mi silencio.

   -Mira, si no tienes nada que decir, ni lo digas. No hay porque marearse, ni marearme, en circunloquios a la nada. Eso déjalo para los teólogos. A nosotros solo nos fue dado reír -aspiró con vehemencia el porro- no te perdonaría, bajo ningún pretexto, que no supuieras reír.

   Una gran sonrisa de luna menguante se dibujo apretadamente en mi rostro.

   -¡Vámonos! ¡Dejemos tooodo! ¡Volemos lejos! ¡Jaja jaja!- reí como hacía mucho. Mi pequeño amigo cayo de mi hombro apenas levanté vuelo, dio tres tumbos en el sillón y me reclamó por la pérdida de su humadera- ¡Vamos, flotemos en otro lado!

   -Lo siento amigo mío, las alas que guardo bajo este añejo caparazón no son más que el recuerdo de mis ancestros que en algún tiempo volaron, pero yo jamás. Mi lugar está en las oscuras grietas de la tierra, en las escurridizas sombras de la noche, en la pestilencia de la muerte.

   -¡Nada de eso!- y en esto soy irreductible – no le perdono, ni al más bajo de los insectos, que no pueda volar.

   Con los pies por las nubes, y mi dedo como juez y verdugo, le aplaste sin más miramientos que poder volar.











Abandonamos este barco,
para saltar al mar,
hasta pronto.