domingo, septiembre 30

Un día perdido entre Septiembre
y el consecuente mes.




   -¡No mames huey! ¡Ya hace un año!

   -Sí huey, ya un año.

   -¡Cuantas cosas pasaron hace un año!

Quizás haya que hacer memoria,
para olvidar los detalles,
para sobrescribir color rosa.



   -La Chica Chau, quien se había enamorado del muchacho de sus sueños, tras dos años de aparente quietud espiritual, ahora dudaba otorgarle sus caricias, pues él se había convertido en la perenne pesadilla de su vigilia. Todos sabemos que cuando Chau es alcanzada por la realidad, su amplio horizonte se constriñe a la mera expectativa de la muerte. Ella, como el albatros, no sabe de aterrizajes, no es fortuito el que posea alas, que su destino sea volar y su fin se encuentre en la faz oculta de la Luna.

   -¿Aun le recitas poesía barata? ¡Que va! Tú no cambias con el paso de los años...

   -Está bien, mejor hablemos de Rehi, ella sí es una mujer con los pies bien hundidos en la tierra. Aunque bueno, insegura de su dirección al cielo, cual enredadera, aun trepa por agrio tronco de aquel retorcido árbol septentrional. Es cierto que todos vacilamos al tomar nuestro camino, pero ella, planta cien veces transplantada, imagina de alguna forma que el Sol se alcanza por el tronco y no por las ramas.

   -¿Alcanzar lo divino, la unidad? ¡Teología de párroco embriagado con vino sacramental!

   -¡Por el contrario! La mismísima Ami, por esas fechas que ahora recordamos, trató de convencerme acerca del fatal destino que aguarda para aquellos que en algún momento cayeron, sin quererlo ni buscarlo, en el paraíso terrenal; de como a estos afortunados solo les restaba terminar sus días surcando el mundo por la más repúgnante senda. Regresar del paraíso, me decía, es la mayor desgracia concebible, luego de tal atrocidad se estaría signado al dolor, y lo que antes se tuvo por bueno en esta tierra transmutaría en heces y pululaciones, todo por causa de haber dado un insignificante sorbo en la fuente de la ambrosía. En ese tiempo no le creí un ápice, pero hoy que aun la veo sufrir por aquellos lejanos instantes en que podía abrazarse de él, le creo fuertemente.

   -¡Eso es puta culpa del católico que se figura un milagro en cada pliegue de la carne!

   -¿Pero, qué hay de Wo, la atea recalcitrante? ¿No es ella quien, de algún modo curioso, carga con la culpa de ser atea? ¿Acaso no se enfrasca dentro de su compacto mundo marginal solo para estimar la belleza de tal creación ad hoc? Con todo, esto no le satisface por completo, reclama algo más: diviniza antihéroes por medio del amor. Los ama, mas precisamente, los adora, pues cre mirar en ellos lo que en su interior no se quiere figurar. Realiza complicados cálculos de aproximación, en busca de absorber un poco de aquella sustancia sutil por la mera cercanía con sus anhelados dioses privados, esa quinta esencia humana que siente haber perdido, y que en vano busca, pues aunque la encuentre, jamás le perteneció.

   -¡Palabrería absurda sin demostración alguna! ¡Boberías, boberías, boberías...

   -¡Qué no es ese el meollo de este desmadre! Mai estaría en total acuerdo conmigo. Únicamente hay dos vías, o bien, reírse de las tonterías diarias hasta que la panza no estalle de gozo, o bien, llorar a cantaros por las estupideces de cada día hasta que la barriga se libere de congojas. Eso sí, siempre quedará un temor latente, que el mañana remede al ayer, no vaya a ser que la prolongada alegría o el repetido sollozo nos hagan caer en el hastío por la vida, en el abominable aburrimiento, hay que mudar de parecer así como el día se torna en noche, despertar a diario con renovado ánimo, dejemos de lado todo espectro amargado.

   -¡Tamaña firmeza en ser volátil! ¡Cuanta profunda simpleza en esta vida tan poco enredada!

   -Si la estabilidad tampoco es sencilla. Recuerdas a Shian, justamente hace un año nos convido a su jolgorio, tú andabas demasiado borracho para recordarlo. Ese día ella sonreía de oreja a oreja, ¡qué digo!, su sonrisa formaba una perfecta circunferencia. Dicen que la sonrisa contiene una efervescente mezcla de alegría con miedo, y les creo. Apostó por el camino más seguro, también el más lleno de recovecos y arañas peludas. Por suerte es fuerte, ha sobrevivido entera al sendero que los padres nos trazaron, que nos pintaron como el fin de todas sus forzadas pretensiones. ¿Fue en verdad sincera su elección? No lo creo, jamás tuvo opción, cada paso que dio inevitablemente siguió el encuadrado ritmo de este danzón.

   -Me parece, pendejísimo amigo mío, que tus insolentes críticas no dan ni por error en el clavo, que solamente te estás martillando la sesera con problemas ajenos, todo esto producto de tus reiterados desvelos. Sé sincero pues, y dime a lengua suelta que te sucedió en este año transcurrido como para que me hables así.

   -¡Que va! No te das cuenta que mi relato nupcial no cabe aquí entre tantos y tan singulares retratos femeninos.




PD: ¿Qué hay con Ame? Ame continua amando y siendo amada, envidiablemente, más que nunca antes.


miércoles, septiembre 26

Transgenerado es más rico.

   virga, ae f., rama delgada, vara // retoño, vastago // vara, latigo // vara (mágica) // banda.


   Y ahí me hallaba alegremente con mis dedos jugando bajo su pubis, cuando, de súbito, me pareció inprudente no saber el nombre de aquello con que jugaba, pues ¿acaso no es una descortesía ignorar el nombre de nuestros mejores amigos?

   -Y...¿cómo se llama?- le susurré al oido.

   Ella, algo desconcertada, respondió-. Pues...

    -Sí, sí, sí, no me refiero al nombre anatómico, sino al particular, al que cada uno da a su-partecita - indiqué con el dedo - Así que... ¿Cómo se llama él?

   -¡Él! ¡Cómo que él!- de un saltó se incorporó - ¡Él! ¡Cómo te atreves! ¡Sí es obvio que es ella!

   -¿Segura que es ella?- se limitó a observarme con esa mirada que atravesaba hasta el más denso plomo. Me hinqué sobre la cama, y argumenté-. Digo... no es taaan obvio. Acá mi-partecita tiene nombre femenino, y hay un sinfín de sobrenombres, con los cuales la llamo, que igualmente son femeninos, aunque indudablemente también los haya masculinos.

   Su cara de enfado transitó a la inverosimilitud. Decidí aclarar mejor el punto.

   -¡En serio!- tomando el asunto entre manos, continué- a veces le llamo vara, rama, daga, percha, pértiga, fusta o pistola, pero en especial me gusta llamarle La Verga, así, aunque suene pretencioso. Así que, si también la tuya es ella, me parece que nuestras-partecitas mantienen una relación más bien lésbica, y no es que sea un persignado, pero ¿cómo mantener una relación lésbica entre tú y yo?

   Su rostro ya no sabía qué expresar. Había que dejarlo todo descaradamente claro para volver a jugar como antes.

   -¿Por qué no mejor, a tenor de la heterosexualidad, a tu-partecita le ponemos un nombre masculino? ¿Que te parece el hoyito, el ahujerito, el huequito, el rinconcito, o el abismo? Para así continuar tranquilamente relacionando los distintos géneros, compenetrando las diferencias, uniendo a los contrarios. ¡En pos de la armonía universal, anda, déjame sondear tu abismo con mi varita mágica!

   

domingo, septiembre 9

El recuento de los daños*



   El sol ya había tostado sus brazos, y ahora, pasado apenas el medio día, intentaba rostizarle las piernas; su hermana pendulaba entre el ensueño y la aburrición clásica del domingo.

   -Pos ya pasaron los meses, ¿no crees?, ora sí, dime qué pasó con ella.

   -Pues que ya todo se acabó.

   -¡No seas... ! ¡De eso ya nos dimos cuenta todas!- escapando del sopor de la temprana tarde, en aras del caduco chisme, prosiguió -¿Cómo es que terminó?

   - Pues ella dijo que no, y pues ya no, nada más.

   -¿Nomás?

   -Sí. Fue así de sencillo. Yo le dije "¿de verás, ya no más?", ella dijo "De veras", "No, en serio, ¿ya hasta aquí?", e insitió "Hasta aquí", "¿Neta neta, aquí lo dejamos todo y ya no más?" claramente dijo "No hay otro modo", "¿Entonces ya no seguiremos juntos como antes, ni siquiera más adelante?", "No" concluyó.

   -¡Nah! Cuando las mujeres decimos "No" es que "Sí".

   -No, de verás era No. Por eso le pregunté cuatro veces.

   -¡En serio preguntaste cuatro veces!- colapsó en risa por un instante, y frente a la mirada seca de su hermano se detuvo -Vaya, creí que era más bien un rollo retórico...

   -Fue para estar bien seguro, para conocer a bien la irrevocabilidad de aquello.

   -Sin duda que le hiciste algo, quizás que no le regalaste ninguna chuchería el catorce, o que no le tratabas bien, o que simplemente ya no le escribías poemas.

   -No lo sé, la verdad no lo sé.

   -¿No te lo dijo?- casi desorbitan sus ojos, pero él ni se chistó.

   -No. Y cuando se lo pregunte, dijo no saberlo tampoco. Aunque eso poco importa, lo que importó, y lo comnrendí después, es que ya no quería más.

   -¡Bah! Me caía tan bien ella, era tan linda, tan tierna, tan dulce, y de cierta manera se parecía a ti, se reían tan igual. Debiste quedarte a su lado.

   Ráfagas de viento inundaron la tarde, vertiginosos soplos que secaron aun más las piedrecillas de sal que se acumulaban con el tiempo bajo su pupila. Murió el día en un chubasco. Pero él, que había aprendido a salar toda la carne y a postergar siempre el deseo para después, se avergonzó hasta enrojecer, ya estando en la cama, recordando que por un momento la remembranza de todo aquello le hizo desear volver.

*[Así también cantaba Gloria Trevi]