martes, octubre 30

Este pinche frío..

...me deja con el pilín del tamaño de un maní.


   Lo cual no es preocupante (sí es que alguien se preocupó), al contrario, caigo en una cruda existencial exenta de la habitual desesperación por desbordar. Digamos que hay serenidad.

   Fue en esta reciente serenidad que trajo la arremolinada cola del huracán (¿alguien sabe el nombre de este último?), cuando entre sienes vislumbré como es que todo ha caído en su exacto lugar, cómo es que el destino nos ha envuelto tan suavemente con ese manto tibió de libertad.

   Aquellos que soñaban, aun despiertos, con la extinción de la porquería humana, con todo y heces, hoy simplemente son quienes más han embonado, cual divinas piezas de tetris, en lo que antes les causo repudio. ¡Es que lo estamos cambiando! ¡Es que no sabíamos lo que decíamos! ¡Es que no hay de otro modo! se excusan unos con otros. A mí no me importa más.

   Aquellos que guardaban sueños de igualdad y libertad bajo sus almohadas, ahora preservan lo que más les importa en bóvedas y bancos, tras treinta uniformados. ¡Es el futuro de mis hijos! ¡Es para sobrevivir en esta crueldad de mundo! ¡Yo invierto en mi país! ¡Bah! ¡Qué va! Mis oídos se ha tornado sordos ante estos lamentos de traición propia.

   Sólo los cínicos, entregados, sino vendidos de antemano, logran traerme a colación una sonrisa. ¡Si tengo tanto varo, es para el despilfarro! ¡Los placeres son caros, y no me niego a pagarlos! ¡Pobres pendejos estos que acarrean como hormigas hojas a sus graneros, sin saber que mañana ya no estarán para gozar del fruto de sus vejaciones!

   Mientras que, quienes nunca aspiraron nada, jamás lucharon por algo, ni ansiaron hasta media noche el sosiego de la carne, ellos están salvos. Cruzan por las calles haciendo lo suficiente, lo bastante para ser felices, y nomás. Tachados de mediocres, no exclaman siquiera en su defensa. La vida es fácil, lo complicado es notar esto.

   Más no me cuenten entre estos salvos, ¡para nada!, admírenme aquí en grotesco espectáculo, en este obsceno intento de encajar donde bien sé que jamás entraré.

viernes, octubre 26

Te recibo como mi presente...



   Aun no he resuelto de que manera comenzar, pero te aseguro no fallaré a tus dádivas, a tu entregada voluntad que desea mi sosiego. Sólo dame un segundo más para terminar de hurgar en este closet, para enlistar todos los artilugios que pronto necesitaremos.

   No sabes cuanto he ansiado este instante en que, por descuido o por audacia, cedieras a mis embravecidos deseos. He soñado noches enteras con la manera de morderte, de torcerte, de estrujarte entre mis brazos. He imaginado mil maneras de abordar tu huesuda cadera, de reptar por tu pecho, de consumirte hasta el tuétano. ¡No imaginas, no imaginas cuanto me colmarás de alegría! Soy tan fácil de contentar.

   Tu tibio y húmedo interior será la gloriosa muerte de este jodido infierno que me hace bullir la sangre, que me ocasiona quemaduras irreparables, y me provoca las más apocalípticas ensoñaciones. ¡Todo era negra devastación cuando no podía tenerte, cuando poseerte era utopía, cuando en mis pertenencias no figurabas! Ahora que te veo aquí, ofreciéndome el gozo excelso de tu carne, no comprendo como antes viví sin ella. ¿Qué clase de bestia era para no darme cuenta que solo el triturar tus adentros saciaría al bicéfalo que brama dentro?

   ¡Ay, mi querida quinceañera, tantas primaveras sí que han florecido en ti! No te duermas, ni te desmayes, que en breve las sonrisas volverán a tu rostro, olvidarás las ataduras, la mordaza y hasta los azotes te sabrán a miel. Y no me digas que no lo quieres, pues tus ojos que no mienten estarán rebozando de placer.

   Te lo juro, lo nuestro es un compromiso real, no una mera noche de carnalidad, pues ni mañana, ni pasado mañana, ni ningún otro día en adelante, habrá para mi otra persona que no seas tú, siempre y cuando, mi amor, sobrevivas esta madrugada.

viernes, octubre 19

Grandes obras de todos los dias.

he says: la ficción no esmala verdá?

she says: no

he says: diría que es buena?

she says: si

he says: que tan buena?

she says: con respecto a qué?

he says: eso era lo siguiente que iba a preguntar...jeje

she says: le conozco

he says: lo sé...=)



   Siento que nuestras conversaciones son en suma una gran obra maestra de la literatura universal. Todo lo que hemos discurrido por las apretadas líneas del mensajero instantáneo debería ser publicado en grandes tomos de pasta dura con letras doradas al frente. Mas no es soberbia, sino solo que así debería ser.

   Habrían de ser publicadas todas y cada una de las palabras que intercambiamos, sin omitir siquiera una coma, sin corregir ni el más insolente error. De la manera que surgieron, así tal cual pasaron a ti o a mí, así es como describen su propia perfección. Sería vano publicar fragmentos o selecciones, pues se perdería la magnanimidad de la obra. Se precisa de la totalidad para notar las sutilezas cuasimetafísicas del texto, en el cual cada palabra evoca a todas las demás, cada oración presupone el discurso entero, y el discurso nos dibuja con más fineza que la divina pluma del destino.

   En poco tiempo se abrirían seminarios, coloquios y encuentros interdisciplinarios para analizar nuestra hasta ahora incomprendida obra magistral. Mientras tanto, mientras llega esa fama que jamás veremos, sigamos charlando, continuemos recreando en letras nuestra genialidad.



jueves, octubre 18

Malos Rumbos


   Ayer en la cómoda hamaca de la insolación, hoy... Hoy nada, solo me caí por andar balanceándome de más. Uno siempre lo sabe, decir que no se sabía lo que se hacía es jugarle al pendejo. Y jugarle al pendejo, no me negará usted que me sale tan bien, para bien y para mal.

   La verdad sea dicha, de vez en cuando me aburro un poco en este rinconcito caribeño en el que el destino -otro eufemismo del libre albedrío- me ha arrojado. No lo niego, bordeo la costa para ver que han traído las olas, en ocasiones chiflo a todo pulmón para ver si las míticas sirenas vienen aunque sea a engatusarme un rato. Pero nada, todo es mero producto del ocio veraniego, del candor que no encuentra válvula de escape. Cosa de hacerse pendejo, ya se dijo.

   Y es que si la vida no consiste en hacerse pendejo, dígame usted amigo intelectual ¿en qué consistirá? Mas no me venga con filosofadas, con citas literarias ni mucho menos con mensajes religiosos. Dígalo así, con su propia y carnosa lengua como juez. No se haga pendejo, conteste.

   Se lo confieso a usted, en realidad jamás quise ser rescatado. Además ¿rescatado de qué? Si aquí vivo de lo lindo. No hay que rasurarse, ni que asearse -bueno, no tan rigurosamente- y sobretodo no hay que aparentar nada más de lo que se es; no hay que vender falsas expectativas para comer; no hay promesas que romper, o peor aun, que cumplir; no hay compromisos, aunque tampoco libertad; no hay ideales por los cuales dar la vida, ni vida por la cual derrocar los ideales; no hay nada grande ni pequeño; tranquilamente aquí todo da lo mismo.

   ¡Pero eso si no! No me vaya a decir que si todo da lo mismo, pues mejor me vaya con usted a surcar inhóspitos mares de placer y dolor, de profundo amor y embravecida decepción, de suma alegría y perpetua amargura. Que quede bien claro desde ahora: yo con usted no me voy, ni usted se viene a quedar aquí. Es un gusto conocerle, eso sin duda, pero tratar de llevarme más allá de mi costa es una insolencia. Aquí me quedo con mis calzones agujerados, con mis calcetines malolientes, con mis tardes libres, con mis ronquidos volcánicos y con toda esta desfachatez que los largos años de aislamiento me han acomodado encima con tanta diligencia.

   Lamento haberle desviado de su ruta, eso sí fue mi pendeja culpa. Y como ya se aclaró antes, decir que no sabía lo que hacía sería hacerme más pendejo -de ser posible-, sabía lo que hacía, quería probarle, quería probarme. Porque aquí donde todo da lo mismo es muy difícil estimar algo sobre lo demás, pero gracias a usted he comprobado mi alta estima para con esta insípida mismidad.

Tenga usted buen viaje.



viernes, octubre 12

¡Qué pasó Raza! *


   En el Zócalo se venden ilusiones, no solo para aquellos que van en multitud suplicando por un milagro que solucione su desgracia personal, y sí amanece despejado el día, de paso también se solucionen las penas de los demás; no solo para aquellos que creen mirar parte de la gloria mexicana en esas pequeñas callejuelas atestadas de SevenElevens, Dunkin'Donuts y BurgerKings; ni tampoco solamente para aquellos que cruzan esa plancha de concreto para asistir a sus trabajos imaginando que algún día podrán llegar en carro, ser felices quizá; sino que el Zócalo es esencialmente un distribuidor mayorista de ilusiones, es mágico pues, y todo en su atmósfera se combina a la perfección para engatusar hasta el más escéptico de los hombres (las mujeres, por supuesto, siempre son más astutas). El griterío, las prisas, la insondable soledad de la multitud y los altos niveles del ya casi nunca mencionado smog, ayudan a la ilusión, sumado, sin duda alguna, al afortunado hecho de que cada día nace un inocente nuevo, un pichón mas.

   Uno camina entre dos o cuatro hileras de comerciantes, entre miles de objetos relucientes y brillantes, que corren, parpadean, o simplemente seducen nuestra mirada, nuestros anhelos. Los regateos van y vienen, la apología de la mercancía surge en cada esquina, mientras China se consolida en cada etiqueta.

   De pronto divisé una película (cuyo nombre no daré), auténtico producto del ingenio mexicano, la cual siempre quise comprar, pero me negaba a pagar más de diez varos por ella, pero en ese instante el ambulante incitó mi querer recitando el precio: ¡cinco varos, cinco!. Ni pensarlo dos veces, la tomé, pagué con cambio exacto, y me retiré, iluso.

   Durante el regreso pude imaginarme sentado en el sofá lleno de alegría admirando el tremendo bodrio del cine contemporáneo que había comprado. A ratos, una sonrisa atravesaba mi cansado rostro. Apenas me encontré solo en la sala, saqué mi apreciadísimo trofeo, ¡una ganga!, me repetía a mí mismo. Prendí el DVD, ya saben, lo de siempre, hasta que, una vez leído el disco, noté que estaba en blanco. A decir verdad, sí había algo, una carpeta, cuyo nombre era:

Gracias_por_su_cooperacion



*Así decía también la Sra Presidenta.


miércoles, octubre 10

Hoy un rapidín, ¿no?



   Ahí estaba yo, intentando leer Blablabla, cuando de repente un trío de mujercitas (pues se veían jovenes) se sentaron cerca de mí y comenzaron a platicar relajadamente. Una le dijo a la otra.

-¡No mames huey, sabes qué hizo ésta el otro día!- se levantó y comenzó representar la escena -Que nos bajamos del camión, y cómo ésta se había despeinado con el aire, que saca un cepillito bien mono y que se peina, en eso que me doy cuenta que es uno de esos cepillitos de hotel, y que le grito que tire eso, y ésta como apanicada que lo avienta a la banqueta. No mames huey, que le digo, si te gusta quedarte con esas cosas de menos no las traigas a la escuela. ¡Y ahí no acaba la cosa! Mientras nos cagabamos de risa, que se acerca una chica y toca a ésta del hombro, las dos volteamos, y la chica esa con cepillito en mano que nos dice que se nos cayó aquello. ¡Nel, que le contesto, qué me ves cara de puta o qué! No amiga, eso lo ha de haber tirado una pinche güila por ahí. Que agarro del brazo a ésta y nos vamos rapidito tratando de disimular las carcajadas.





Agradecemos atentamente
a la Facultad de Derecho

viernes, octubre 5

"¡Está bien, dejaré el sarcasmo!"


   Pinche puto mundo de mierda, por qué tenía que nacer en una familia que aprecia más comprar un libro que unos indispensables calzoncillos Gap, que prefiere jamás comprar un videojuego con tal de pagar los útiles escolares de su escuinclito, y que sacrifica todos los lujos solo para poder alimentar con ese dinerito a sus chamacos, pa'que se vayan desayunados a la escuela, no vaya a ser que no aprendan.

   Y qué hacemos esos pinches chamaquitos: ¡Quejarnos! Que jamás fuimos a vacacionar porque tuvieron que comprarme el uniforme. Que no tuve una pista HotWheels porque me pagaron clases de regularización. Que si no íbamos mucho al cine era porque las medicinas para contrarrestar mi frecuente gripe eran muy costosas, y como no podía darme el lujo de faltar a la escuela, invariablemente las compraban. ¡Pero si yo prefería vacacionar, anhelaba con toda el alma mi pista HotWheels y me encantaba descansar en casa lleno de mocos! ¿Quién les dijo qué era mejor para mí? ¡Quién!

   Ahora, más cerca que nunca de terminar una licenciatura, me arrepiento de haber pagado la cuota de admisión a la Universidad, en lugar de ello pude haber contratado el interné de banda ancha, o al menos el Cable. Podría ser un cualquierita cualquiera (como lo soy ahora, pero de otra manera) de no haber ingresado a la Facultad, sin embargo, tendría el gran consuelo de poder ver la quinta temporada de Avatar lo más pronto posible, no como ahora que tendré que esperar meses a que la televisión abierta se digne a transmitirla.


¡chiá!



jueves, octubre 4

Sobre la intolerancia
(posto cinicamente robado y saboteado)


   Me choca esa gente que sigue siendo tan intolerante y que siempre busca criticar a los demás, sienten que tienen la razón absoluta y que lo que ellos creen y siguen es igualmente correctísimo para todo mundo.

   Realmente patético...

   ¡Simplemente no soporto a esas personas!