¡Qué pasó Raza! *
En el Zócalo se venden ilusiones, no solo para aquellos que van en multitud suplicando por un milagro que solucione su desgracia personal, y sí amanece despejado el día, de paso también se solucionen las penas de los demás; no solo para aquellos que creen mirar parte de la gloria mexicana en esas pequeñas callejuelas atestadas de SevenElevens, Dunkin'Donuts y BurgerKings; ni tampoco solamente para aquellos que cruzan esa plancha de concreto para asistir a sus trabajos imaginando que algún día podrán llegar en carro, ser felices quizá; sino que el Zócalo es esencialmente un distribuidor mayorista de ilusiones, es mágico pues, y todo en su atmósfera se combina a la perfección para engatusar hasta el más escéptico de los hombres (las mujeres, por supuesto, siempre son más astutas). El griterío, las prisas, la insondable soledad de la multitud y los altos niveles del ya casi nunca mencionado smog, ayudan a la ilusión, sumado, sin duda alguna, al afortunado hecho de que cada día nace un inocente nuevo, un pichón mas.
Uno camina entre dos o cuatro hileras de comerciantes, entre miles de objetos relucientes y brillantes, que corren, parpadean, o simplemente seducen nuestra mirada, nuestros anhelos. Los regateos van y vienen, la apología de la mercancía surge en cada esquina, mientras China se consolida en cada etiqueta.
De pronto divisé una película (cuyo nombre no daré), auténtico producto del ingenio mexicano, la cual siempre quise comprar, pero me negaba a pagar más de diez varos por ella, pero en ese instante el ambulante incitó mi querer recitando el precio: ¡cinco varos, cinco!. Ni pensarlo dos veces, la tomé, pagué con cambio exacto, y me retiré, iluso.
Durante el regreso pude imaginarme sentado en el sofá lleno de alegría admirando el tremendo bodrio del cine contemporáneo que había comprado. A ratos, una sonrisa atravesaba mi cansado rostro. Apenas me encontré solo en la sala, saqué mi apreciadísimo trofeo, ¡una ganga!, me repetía a mí mismo. Prendí el DVD, ya saben, lo de siempre, hasta que, una vez leído el disco, noté que estaba en blanco. A decir verdad, sí había algo, una carpeta, cuyo nombre era:
Gracias_por_su_cooperacion
*Así decía también la Sra Presidenta.
2 Comentarios:
A la/s 3:32 p.m., octubre 13, 2007,
Greis dijo...
oras! que gacho.. a mi solo me ha pasado que no los lee bien o estan cortados.. me paso con un dvd de 20 pesos, pero pss tambien 5 varos por un dvd!!! tssss.. como va a creer???
A la/s 2:07 p.m., octubre 14, 2007,
Anónimo dijo...
hola!
hay don B pero por 5 pesos que queria!!!
Chia limiosnero y con garrote .. lo malo es k ese dvd ya no sirve.. bueno...al menosp odria hacer ud tmb negocio sucio y tramposo como el q le hicieron jojojo.
La ciudad es enorme...es gigante ... pero la vdd es algo sumamente particular, acalorado
y barata!
jajaja
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