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Soñé con Mariloli. ¿Alguien sabe algo de ella? En el sueño vestía una extrañísima falda verde paja y un curioso saquito muy pequeño, muy ajustado. ¿Aun vivirá el gato que le obsequié? Además parecía ser de la realeza, o de la nobleza, porque yo trataba de hablar con ella, pero siempre uno de sus sirvientes me detenía. ¿Mariloli leerá algún día esto? Así que me adentraba por unos ductos de marfil (¡vaya que si era fino el lugar!), con todo, una reja me impidió entrar en la torre para hablar con ella.

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Este semestre ando filoso, dos semanas: dos amigas nuevas. ¿Quién dijo que esto de envejecer no tiene su lado amable? Una de ellas estudió teología, y hasta ayer pensaba que una parábola era una narración en la que participan animales parlanchines. La otra ya está casada, es ingeniera y odia a los filósofos, dice que no son claros ni precisos. Claro, ambas tuvieron la oportunidad de festejar en su temprana edad la culminación del Canal del Panamá. Aun así, una de ellas me ha dicho que le hable de tú, agregando que después de todo ni es tanta la diferencia.

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Cuando despierto muy temprano, las ideas fluyen por mi mente tan rápido que todo sigue pareciendo un sueño, sin embargo siento una tremenda lucidez, es sólo un sentir seguramente, mas si no lo fuese, si de verdad por la mañana mi mente fuera capaz de hondas elucubraciones plenas de sencillez, entonces... ¡Qué va! Ni me preocupo de esto, pues mi sabio inconsciente adelantándose a mis temores, a mis peligros, me mantiene plácidamente sometido al sueño hasta asegurarse que el sol ha cruzado lo más alto del cielo.

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No vayan a la exposición de Frida Kahlo por dos simples razones. Una) tendrán que sufrir el martirio de hacer dos larguísimas filas, una para obtener los boletos y otra para acceder al Palacio, todo esto solo con el propósito museográfico de entrar en onda con el sufrimiento de la querida artista coyoacanense, para después de (con suerte) tres hora de larga espera, entrar al gabinete del morbo Kahlo. Sólo si son verdaderos fanáticos y adoradores de ella, sólo si tienen la colcha oficial de "Unos cuantos piquetitos", o si de veras se les va la vida por ver el corset de yeso, sólo en estos casos la exposición no te defraudará. Y, dos) la exposición ésta terminó el pasado domingo, y puedo presumir que yo sí fui. ¡Bah!

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¿Ya hace cuantos años fue eso? Bastantes, pero la lluviosa tarde de hoy, el negruzco cielo que amenazaba sobre la ciudad, y el vago recuerdo de tu nombre, porque curiosamente una de mis vecinas se llama como tú, me hizo recordar lo patán que puedo ser, lo indeciso que sigo siendo y lo falsamente nostálgico que los días lluviosos me hacen ser.

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Hoy por fin pude dibujar el rostro de una mujer, y es que siempre que lo intentaba terminaba apareciendo en el papel el retrato cubista de un transexual.

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No hay ni un gramo de ecología en el té helado, luego les cuento por qué.

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Continuamos el domingo ¿les parece?