Yo qué sé.

   Yo que sé, pero es mejor que ahora mismo suba un viedo a internet, un video de mí teniendo sexo con alguna "anónima" compañera ("anóminma" pues ella misma se podrá reconocer en el video, y tal vez recuerdé aquellos gratos movimientos).

   Y es que, meditandolo bien, puediera ser que mañana me vuelva famoso, ya sea por accidente o por suerte propia. ¿Acaso ustedes me van a asegurar que por el resto de esta miserable vida yo seré solamente un Fulanito, un Sutanito, un Cualquierita como hasta ahora? ¡No, claro que no!

   Porque para volverse famoso no se necesita casi de nada en estos días, basta con caerse de un puente mal construido para aparecer más de mil veces en la pantalla del televisor, también podría comerme cuarenta gorditas en treinta minutos para inscribir mi nombre en el Guiness, o acabar con la deficiencia educativa en México, asesinando a cada uno de los estudiantes "de bajo rendimiento", pero bueno, todo aquello es muy sencillo lo extremadamente difícil es mantener esa fama. Quizá podría seguir escribiendo con ahínco, para volverme un exitoso escritor de BestSellers, ¡qué va!, mejor me apunto en el próximo RealityShow.

   Así que, ya saben, cuando yo sea el presidente del Banco Mundial, o el rico heredero de una cadena Hotelera, o simplemente el que aparece en la portada de la Prensa con todos los sesos remolidos, no duden ni un segundo en armar un tremendo escándalo sobre mi alocada, o insana, o patética vida íntima. Sepan que siempre les agredeceré haberme mantenido por un segundo más en la fama, aunque sea con una infamia.