Homenaje

vainillina

   -¿Dónde está Gus?- le pregunté a mi pequeño amigo quien de inmediato alzó la capota (le gusta decirle capota) y comenzó a ejecutar el pocas veces apreciado concierto a cuatro alas que lentamente se fue perdiendo en la lejanía.

Zum... zum...

zum... zum...

A la mañana siguiente, al poner los pies fuera de la cama escuché un somero crujido.

Cruash

Levanté mi pie...

ahí estaba semiembarrado

...mi pequeño amigo.

   -¡Oh, lo lamento tanto!

   -No te preocupes- masculló su mandíbula -de cualquier forma hoy iba a morir.

   -¡En serio!- repelé con fingida sorpresa.

   -Velo tú mismo, allí en el calendario...

Ciertamente, allí lo decía con toda claridad.

28

Muerte de la Luciérnaga.

   -Pero bueno dime dónde andaba Gus.

   -Lo encontré en una sucia taberna, como es su costumbre, abrazado de una jarra de curado de guayaba mientras lloraba sus penas.

   -¿Pero qué penas?

   -Pues las que le ha causado ella.

   -Las que se inventa dirás mejor.

   -Las que nos inventamos todos, sin duda.

   -Y ¿quién es ella?

   -Ella es quien le provoca estos desvelos, quien lo enraíza al placer del dolor en este mundo tan desarraigado, quien le da motivos pa' seguir chupando hasta perder el equilibrio.

(¿No hay moribundo que no se crea poeta?)

   -¡Al carajo! ¿Quién es ella? ¡Con nombre y apellido! ¡Quien es ella, ella, ELLA!

   -¡No grites, no ves que me duele la cabeza!

   -¿No será más bien que te duele el abdomen?

   -No, es que traigo una resaca de los mil Baygones.

   -Ya veo, por eso te quedaste tirado junto a la cama. De cualquier forma, no ha de ser un lecho de rosas morir aplastado.

   -Para nada, es tradición de la especie morir como mártires, y yo sigo fielmente esta costumbre. ¡Imagina qué diría mi madre si supiera que mi mejor amigo me ha asesinado! ¡Cuanta ignominia, cuanto orgullo, cuanta gloria!

(De su abdomen remolido seguía escurriendo un curioso liquido fluorescente, con el cual jugaba entre mis dedos)

   -¡Oye, más respeto! ¡Deja mis vísceras!

   -Está bien, está bien, pero ya dime cómo se llama ella.

   -La verdad, la verdad... (noté su verde sonrojo) ...pues estaba muy borracho cuando me dijo su nombre.

   -Apenas un traguito de pulque y te da amnesia. Y me decías que ustedes heredarán el mundo, ¡vaya herederos!

Fui hasta la cocina para traer la escoba y el recogedor.

suap... suap... suap...

que pegajosas son estas entrañas...

suap... suap... suap...

Camino al jardín, desde el recogedor y con tono ceremonioso me preguntó.

   -¿Me vas a arrojar al pasto para que me desmiembren las hormigas?

   -Como es costumbre.

   -¿Sabes que los científicos han demostrado que puedo vivir sin cuerpo por largo tiempo?

   -¿Qué pretendes?

   -Mira, qué tal si mejor me arrancas la cabeza y la pones sobre tu cabello, ándele, quiero ver por última vez al mundo desde las alturas.