viernes, julio 6

Luego, después, posteriormente al examen final.


   Salía Mr. Cancrillo de realizar su último examen, el último de este jodido semestre al menos, cuando me lo topé rondando como bestia en celo al rededor de su Facultad. Le saludé, me saludó, y luego abruptamente irrumpió con lo siguiente:

   -Tengo ganas de arrimarle el pilín a un par de nalgas sabrosonas.

   -¡¿Ah?!

   -No carnal, no a las tuyas, a menos que no hubiera otras, pues...

   -¡No, no juegues! pero si estás hecho solamente de tabaco, papel y filtro, ¿acaso tienes pilín? ¡pós dónde! - Creo que Hojarasca se ofendió un poco debido a mi burla, y luego de unos instantes de incómodo silencio, agregó.

   -Mira carnal, poco te interesa la naturaleza esotérica de mi pilín, tu nada más consígueme una linda cerillita cabeza de azufre que sea fácil de seducir, déjanos solos en la intimidad de una cajetilla vacía y ya verás, ¡haremos fuego!

   Me apresuré pues a conseguirle una cerilla, como para limpiar un poco la conciencia de haberle ofendido antes. No fue una tarea sencilla, la mayoría de las cerillas, tras haber pasado largos meses de encierro, optaron por hacer de las suyas con las de su mismo genero. ¡Tremenda orgía en que las hallé! Por fin luego de escudriñar en varias cajetillas, encontré una linda cerilla de madera que aceptó conocer a Mr. Cancrillo, pues es bien sabido que las cerillas con alma de árbol son más naturales, más firmes, y suelen mantenerse castas entre ellas. Pero la castidad se le fue en un abrir y cerrar de ojos con Mr. Cancrillo.


¡Que dichosos!



   Por cierto, ¿qué estudiará Hojarasca?

3 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal