jueves, agosto 30

Zancuda



   De sobresalto, Gus, que dormía profundamente en su cama, se levantó, luego de frotarse los ojos su mirada se estacionó sobre el reloj:

3:12 AM

   -Disculpe la intromisión- una chillona voz se inmiscuyo en su meditación -, sé bien que no debiera molestarle más de lo necesario, pero ya no soporto esta situación.

Gus volteó hacia ambos lados en busca de su interlocutora.

Nadie.

Nadie.



Nadie más estaba en la habitación.
Revisó sus voces internas,
mas ninguna era de acento tan agudo.



   -Aquí estoy, sobre el reloj, no me mate por favor.

   Allí estaba efectivamente, un tremendo mosquito, más bien una mosquita, de larguiruchas patas, afilada trompa y con un centenar de ojos que le observaban gentilmente.

   -Continúe usted amable damita, repuso Gus.

   -Gracias, gran hombre- pues cualquier hombre es un gigante para tales insectos -le decía que ya estoy cansada de esta situación.

   -¿Qué situación?

   -¡Todavía se atreve a preguntármelo!- ella dio un brinquito de enfado y luego pataleó sobre el reloj -¡Vaya que si no son de los más inteligentes los de su especie!

   -Va usted a creerme que soy de la misma opinión.

   -Le explicaré. Llevo tres días tratando de llenar mi barriga con su sangre, pues se nota que usted es de buena sangre- Gus se sonrojo ligeramente, luego se rascó la panza -. Ha de saber usted que nosotras tenemos un olfato muy especial, desarrollado específicamente para detectar la sangre de alta calidad. Para mi suerte me topé con usted, de lo contrario, quién sabe, tal vez hubiera bebido de algún vagabundo, o de un borrachín , o de algún famélico perro callejero. ¡Figúrese que habría sido eso! ¡Qué destino fatal la acarrearía eso a mi descendencia!

   -No imaginemos desgracias, remítase al problema, que ya me envuelve el sueño.

   -Bien, me encantan los hombres directos como usted. El punto es que cada noche, cuando comienzo a succionarle el néctar, usted se levanta de súbito, impidiéndome ingerir lo suficiente para alimentar mis huevesillos.

   -Ya veo-, tapó con la mano su bostezo -pero le juro que no es mi intención causarle desnutrición alguna, sino que es una pesadillas la que nos provoca todos estos inconvenientes. Déjeme contarle un poco más para que me comprenda. En sueños me veo frente al computador publicando, en un Fotolog, una imagen de mí mismo en la que no me reconozco, y debajo de ésta unas tiernas palabras recubiertas de falsa oscuridad y de las más ofensivas faltas ortográficas. Entonces corro despavorido, pero unos entalladísimos pantalones negros me lo impiden, en ese momento me percato de que visto una ajustada playera a rayas rojas y negras. En medio del pánico, llevo las manos hasta mi rostro y lo descubro cubierto de maquillaje, aterrorizado me aproximo hasta el espejo, ¡en el reflejo sólo admiro a un EMO de flequillo negro y lacio! Invadido por el miedo me levanto estrepitosamente de la cama, y por infortunio le interrumpo a usted la cena.

Se miraron por un instante

Su diminuto rostro brillaba de incredulidad

por dos instantes

Gus gesticulaba tratando de convencerla sobre su sinceridad

por varios, varios instantes


   -No me engañas ni un poquito- prorrumpió ella -he mamado de tu sangre, conozco tus secretos: Sigues soñando con Ella, y justo cuando te la vas a...

   -¡Calla y bebe de esta sangre que por tus hijos será derramada!

   Gus extendió el brazo, posándose sobre éste, ella succionó hasta hartarse, luego durmieron lado a lado.

El gallo cantó.

   Al medio día, cuando Gus despertó, encontró a la mosquita sobre los barrotes de la ventana.

   -¿Ya te vas?, inquirió con tristeza.

   -Sí, debo salir a desovar en alguna charca cercana, en breve la vida se esfumará de mí.

   Abrió la ventana y se despidió de ella.

   -Mas no entristezcas- le consoló -el próximo verano nuestros hijos crecerán augustos, pues llevan tu sangre y la mía... y la de su padre que andaba de flor en flor.

   

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