Cuestión de semántica.

Hace más de cinco años, alguien me preguntó qué quería estudiar. Me repetí a mí mismo varias verces: ¿Qué quiero estudiar? Luego de pocas cabilaciones, debo admitir, la respuesta fue estudiar lo que ahora estudio. Me agrada en verdad lo que estudio, no me quejo, me ha servido de mucho y para muchas cosas, me ha transtornado más de un par de veces, y me ha dejado (como decía Priani) una visión muy particular del mundo. Jamás lo volveré a ver igual, es cierto, para bien y para mal, y lo agradezco.

Con todo, me parece que la pregunta debio rezar, más precisamente, lo siguiente: ¿Qué quieres ejercer? ¿En que te gustaría chambear? Porque, la verdad, no siento dentro de mí un espíritu sádico que me provoque a rebanar cuerpos, ni a ser podologo, tampoco siento un deseo oscuro de ser un invetigador ermitaño que desentraña las verdadades matemáticas más retorcidas, ni tengo una inclinación por la política que bien me lleve a estudiar la dinamica del mercado, ni tengo una obsesiva compulsión por la tecnología como pára vivir programando, ya menos un mínimo afán de ayudar a las personas con charlas motivacionales (pese a que esto me pueda beneficiar con un auto y una casa propia antes del los 23 años), ni siquiera escucho en mis adentros la pequeña voz de un abogado intentado conducirme (tenebrosamente) hacia el derecho.

Sólo existen tres cosas que realmente me atraen para ejercer, esto de la banal escritura, (¡hasta escribir en TVyNotitas sería bueno!), el diseño (exactamente no sé de que tipo, pero diseñar me parece fantastico, he perdido la noción de arte, y en su lugar he puesto al diseño) y, tal vez, solo tal vez, la enseñanza de la lógica (¡neta que es bien entretenido!).

¿Alguien me ofrece alguna de estas chambas?

O mejor me quedo sobreviviendo como vegetal, que si bien no es profesión, es un compleja forma de vida que se puede profesionalizar, nomás necesito un poco de patrocinio.
¡Andele patrocineme!