martes, febrero 20

Cosas de martes.


Iba caminando por las facultadas calles de Copilco, cuna de la embriaguez universitaria, cuando, después de pasar junto al famoso carro de donas, en el mostrador de un cafecito internet veo pegado un cartelito naranja. ¡Siempre he querido trabajar en un café internet! ¡Ahora es cuando! Mañana ire a reclamar ese empleo para mí. Imaginenlo, yo entre veintitantas computadoras con conexión de banda ancha, ¡oh, dios!

Entre otras cosas, tuve un sueño que espero alguno de mis postlectores sea tan amable de interpretar. Erase yo en mi casa, (desde que tengo memoría siempre han existido aves en mi casa), esta vez una de mis hermana había traido un pollitititito (¡en serió pequeño!) media menos de un centimero pero corría, piaba y cagaba como un pollito de veras. Como fuese, el punto es que yo traía dos patos, uno en cada mano, intentaban escaparse y me mordisqueban con su planos picos, luego de forcejear un rato me deseperé y los solté. El pollitititito andaba en uno de los brazos del sillón, entonces, que llegan los patos y lo desmenuzan con sus picos. ¡Tragedia! (Lo más exotico es que cuando los patos se fueron, podía ver partes minusculas del pollito aun moviendose, tal cual si fuera araña.)

Ya por último, una anecdota grotesca. Llega un Sr. al changarro de tuppers, inspecciona todo el lugar, luego de no hallar lo que busca, como dicen los letreritos que luego cuelgan los comenrciantes, se anima y me pregunta susurrando, por lo que no entendí e insensiblemente dije: ¿Qué?
Sr - ¿tienes una bacinica?
Yo - Pues... (y le mostre algo como lo siguiente:)


Sr. - No, pero para adulto.
Yo (intentando dar una salida al problema, y sumar un producto más a la venta)- Pues mire que le han de caber como dos kilos drenado (por no decir: neto).

¡Cuidense!

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