Assesinos*

Receta probable para freír una historia de matones.


Preparación previa:

Ponga a marinar en su conciencia lo siguiente:

El timo (Considerado como ciencia exacta), de Edgar Alan Poe, para mejor sabor también agregue El Ángel de lo Singular y Método de composición, del mismo autor.

Una novela policíaca es esencial (sugerimos Miller y Gimenez, de Xoconostle).

Revuelva bien con El jardín de los senderos que se bifurcan, de Borges, Jorge Luis (no José Luis Borgues) y el primer capitulo de Un Mundo Feliz, cortesía de Huxley (nunca he sabido como se pronuncia).

Use como batidor a la Prensa o el Gráfico, para mejores resultados consiga una amiga llena de alucinaciones homicidas, para que le ayude a batir con fuerza.

Deje marinar algunas semanas, sin olvidar su propósito de cocinar una historia de matones. Mientras espera es recomendable pasearse por los probables escenarios, escoger la música y los platillos de su agrado.

Modo de preparación:

Es importante que comience a juntar los siguientes ingredientes únicamente cuando por sus entrañas se deslice lastimosamente una ira o rabia insalvable. No aplique métodos de relajación, y de canalización de la ira, pues de hacerlo, la cosa quedará cruda e insípida.

1) Tome a su personaje favorito, (ese que arrastra por todos sus escritos inevitablemente) amárrelo (sí, como si estuviera amarrando novio con brujería) al verdadero protagonista de la historia.

2) Ahora proceda a rellenar al protagonista con la personalidad de su novio (en caso de que quiera un asesino), de su novia (si quiere una asesina), o de alguna persona muy, pero muy cercana para así facilitar el proceso. No incurra en el error de creer que puede inventar un personaje tan importante.

3) Una vez bien amarraditos, las chispas entre ellos brotaran solitas, de no pasar así, comience el proceso de nuevo.

4) Elija una de las siguientes opciones:

a) Plantee una situación sumamente vergonzosa o embarazosa, e imagine como sus personajes saldría de ella. (En caso de comenzar a llamar demasiados extras a la escena, abdique.)

b) Colóquelos en un final, ya sea glorioso o tristísimo, según su estado de ánimo, e imagine como pudieron llegar hasta allí. (En caso de no poder hacerlo, usted debe dejar las películas de James Cameron)

c) Deje correr su sadismo y haga correr los ríos de sangre, vísceras, sesos, heces, tripas, ojos, mocos, también destace, perfore, incinere, sodomize, torture y quiebre al imaginario objeto de su ira, ya luego se preocupa por servir entradas ligeras. (Sólo para iniciados.)

d) Hágalos charlar, una discusión siempre da mucho que contar. (Recomendado)

5) Ahora sí, llame a los personajes secundarios y a los extras, el número de estos es directamente proporcional al numero de cuartillas que necesitara para esparcir bien la masa, e inversamente proporcional a las esperanzas de acabar el guiso.

6) En un escenario bien limpio, espolvoreé un poco de recuerdos, vivencias y deseos, para luego amasar todo, intente que todo quede bien revuelto y sin grumos, deje de amasar cuando vea que todo queda ligeramente enlazado, no al dente, sino al common sense


7) Engrase bien la hoja, electrónica o Kimberly-Clark, para que todo resbale sin el menor esfuerzo y no se le quede nada pegado. Déjelo freír lentamente, no se desespere, no agregue partes inútiles. Dele la vuelta de ser necesario. Nunca lo abandone o se le chamuscara.

Modo de servir:

Antes que todo, no hable maravillas de su guiso, limítese a hacer mención de él simplemente como interesante, evite las palabra: maravilloso, genial, grandioso, y sobre todo: extenso y culto. Recuerde que un lector es feliz cuando encuentra algo donde no esperaba nada, que cuando espera demasiado y acaba por desilusionarse.

Sirva en un sitio bien adornado, ni tanto que queme al santo ni tanto que no alumbre, no olvide decir: ¡Provechito! y retírese de inmediato, la presión del cocinero puede interferir el gusto del comensal, y los gestos del comensal pueden herir las excéntricas pretensiones del cocinero.

Acompañe con un vino suave, o con un jugo de frutas o café. No vaya a servir licores fuertes, porque la embriagues no le será conveniente, evite los lácteos ya que suelen ser pesados o provocar indigestión. Un buen vaso de agua es la mejor opción, por eso de que se resecan los labios.

Una vez acabado el festín espere unos minutos para que el lector diga su opinión libremente y sin ruborizarse. Pero tampoco espere a que se levante de la mesa para preguntar qué tal estuvo el platillo, pregunte durante la sobremesa de ser necesario, con suma cortesía, es importante que se sonroje y diga muchas veces: gracias, gracias, gracias.

Por último, nunca, nunca revele sus secretos de cocina.

Aquí un breve vistazo de cómo puede quedar su historia.

*Demuestra buen gusto y suma delicadeza que alguno,
de los dos personajes, sea exuberantemente nalgón.